Una decisión difícil que casi todos nos hacemos llegado un momento: ¿comprar o alquilar? ¿Qué hay más personal que su nido? Varios sueñan con tener un techo totalmente propio. Y otros que no quieren apretarse el cinturón durante años y piensan que alquilar es más flexible, si se quiere cambiar de trabajo o simplemente de entorno. Pero a la vez les gustaría tener un hogar para la jubilación… entonces ¿Comprar o alquilar?
Los pros de comprar
El gran argumento de los que prefieren comprar rápidamente: ¿porque pagar alquileres para perderlos? Y más a sabiendas de que la suma de los alquileres constituye gran parte del precio de una vivienda.
Cuando se sabe que la cifra del alquiler representa más del 30% de los ingresos totales, uno se da cuenta de que la cuestión de la compra o no compra de una vivienda se plantea en función de los ingresos personales. Si la suma de nuestros ingresos es baja y no susceptible de aumentar significativamente, se sabe que no se podrá ahorrar una vez hayamos pagado el alquiler. Por lo tanto puede antojarse como lógico prepararse para la compra de una vivienda cuando antes para que esa parte de nuestros ingresos no sea una «pérdida».
Los pros de alquilar
Alquilar es la mayor libertad. Es mucho más flexible. No hay que restringir su consumo en comparación con aquellos que están atados a un crédito inmobiliario. Puedes dejar tu vivienda por otra, cambiar de barrio, de ciudad, de país, aceptar un trabajo interesante en otro lugar. ¿Y porque comprar un apartamento que luego resultará demasiado grande en el momento de la jubilación cuando los niños se habrán ido? Hay muchas razones.
Algunos dicen que es mejor ahorrar a su ritmo y constituir un suplemento de ingreso con rentas en plan de jubilación, seguros de vida y otras opciones que pueden resultar rentables.
Tendrás que considerar las cuentas de tipo Vivienda, con nombres que varían según los organismos bancarios. Son cuentas que te permiten ahorrar, ingresando una cierta cantidad de dinero para comenzar y luego cada mes una cantidad variable y sin demasiadas condiciones (es importante consultar atentamente las condiciones de cada banco para ello). Las ventajas generales es que son de duración ilimitadas y suelen permitir retirar fondos para hacer frente a imprevistos sin penalizaciones. Cada año esta cuenta genera unos intereses que ayudarán a sumar para la compra.
Puede que prefieras las inversiones financieras. En ese caso es imprescindible ser riguroso y no caer en la tentación de coger en sus reservas con cada problema encontrado. Respecto a este tipo de ahorro, es fluctuante y sigue los cursos económicos. Según las conjeturas económicas uno puede verse con la cantidad justa para una vivienda para su jubilación si así lo decide.
Contras de los compradores
Contando todos los gastos adicionales, como los impuestos específicos, los gastos de mantenimiento y la copropiedad, la compra de una vivienda no siempre es una inversión tan rentable como uno quisiera respecto al alquiler. Además, 20 años más tarde la vivienda puede haber perdido valor si el barrio ha perdido valor o si antes de acabar de pagar el crédito te has tenido que mudar por trabajo por ejemplo. Sin embargo una vivienda comprada constituye un capital por el que te has esforzado. Si en el momento de pedir un crédito, te preguntan si eres propietario, es por varias razones, esta última entre otras.
Contras para los inquilinos
El sentimiento de libertad que uno siente cuando alquila, sin otra obligación financiera que la del alquiler, es menos evidente con los tiempos que corren. Con la crisis, cuando has conseguido alquilar una vivienda, te lo piensas dos veces antes de pensar en mudarte, tanto si se ha vuelto demasiado pequeño, tiene defectos o el barrio no convence. Y cuando acaba el contrato de alquiler y te toca correr entre agencias de alquiler o rastrear las calles, también pensarás en que la compra igual no era tan mala idea.
20 años más tarde
Si has hecho el esfuerzo de comprar tu vivienda serás 20 años más tarde propietario de un bien que, si todo va bien, ha conservado o ganado valor. Sólo quedará pagar los gastos de mantenimiento de comunidad y los impuestos sobre bienes, ¡y es más que suficiente!
Si sigues viviendo de alquiler, seguramente hayas preparado tu jubilación para tener una renta suficientemente cómoda. Tal vez entonces pensarás en comprar una vivienda, seguramente más pequeña que la que habrías comprado 20 años atrás, pero en un entorno mucho más adecuado a lo que quieres.